Las cifras y los datos sobre la inseguridad alimentaria y la malnutrición en el mundo (2022)

In English (2022)

 

Última actualización: Julio de 2019

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Las cifras y los datos sobre la inseguridad alimentaria

y la malnutrición en el mundo


La inseguridad alimentaria aumenta en el mundo

a causa de la actual crisis alimentaria



La inseguridad alimentaria y el hambre están en aumento global por causa del efecto combinado de la pandemia COVID-19 y de la mala gestión del sistema alimentario mundial, amplificado por las perturbaciones creadas por la guerra en Ucrania. Cada vez más, día con día, el mundo se desvía del camino correcto en la lucha contra el hambre y la desnutrición. Lo mismo ocurre con los esfuerzos para hacer más sostenibles los sistemas alimentarios y con la lucha por la adaptación al cambio climático y la lucha contra sus efectos negativos.


Esto no presagia nada bueno para el futuro.


Las últimas estimaciones de las Naciones Unidas en cuanto a la seguridad alimentaria, presentadas en un reporte reciente  (SOFI 2022) por un grupo de agencias de Naciones Unidas: la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación —FAO—, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola —FIDA—, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia —Unicef—, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas —WFP—  y la Organización Mundial de la Salud —OMS—, muestran un nuevo deterioro de la situación alimentaria mundial, que extiende la tendencia negativa observada en los últimos cinco años


Inseguridad alimentaria: las cifras


En un artículo previo sobre la situación alimentaria mundial llamábamos la atención sobre los tres medios principales para medir la malnutrición mundial, sobre la dificultad de producir estimaciones y sobre las interrogantes sobre la estabilidad y la coherencia de los números presentados. Este año, nos limitaremos a presentar y comentar los resultados entregados. Invitamos a quienes estén interesados en saber más sobre el tema para que lean en inglés y francés lo que publicamos en 2020.


Inseguridad alimentaria grave y moderada, según mediciones mediante encuestas


La prevalencia de la inseguridad alimentaria (grave o moderada) se estima a partir de grandes encuestas nacionales que utilizan la Escala de experiencia de inseguridad alimentaria (FIES, en inglés) introducida por la FAO en 2014 y adoptada por 59 países que aportan más de una cuarta parte de la población mundial. La FIES se complementa con los resultados de la Encuesta Mundial de Gallup (GWP, en inglés). El principio metodológico aquí no es el de realizar estimaciones sobre bases estadísticas, sino el de preguntar a las personas sobre su experiencia o percepción personal.


Los resultados obtenidos desde el inicio de las estimaciones con esta metodología muestran que un número creciente de individuos ha tenido una experiencia de inseguridad alimentaria moderada o grave, sobre todo en Asia y en África.


Como se aprecia en la siguiente Tabla 1, al nivel mundial, cerca de una persona de cada ocho (lo que estima 928 millones de personas) tuvo una experiencia de inseguridad alimentaria grave durante 2021. Al nivel de regiones, esta proporción se vuelve más de una persona de cada cuatro en África (lo que haría 322 millones de personas) y alrededor de una persona de cada diez en Asia (489 millones). Las mujeres son ligeramente más afectadas que los hombres.


En África, el 40% de los individuos en inseguridad alimentaria grave en 2021 provienen de África del Este, mientras que la situación empeoró en todas las subregiones del continente, con el aumento más rápido en África Occidental (un aumento de casi 2.5 veces desde 2015). En Asia, más del 80% de las personas afectadas vivían en el sur de Asia, mientras que en América Latina su número se duplicó entre 2014 y 2021.


El crecimiento observado entre 2019 y 2021 es de 207 millones de personas, donde más de la mitad están en Asia.


Tabla 1: Evolución del número de personas que experimentaron

una situación de inseguridad alimentaria grave (en millones)



Source: FAO


La Tabla 2 señala que más de 2.3 miles de millones (millardos) de personas estuvieron en situación de inseguridad alimentaria moderada en 2021 (increíblemente, cerca de una persona en cada tres). En África se convierte en cerca de tres personas de cada cinco, mientras que para Asia se trata de una persona de cada cuatro (1.15 millardos de personas).


Tabla 2: Número de personas que experimentaron

una situación de inseguridad alimentaria (en millones)


Source: FAO


El aumento espectacular del número de personas en inseguridad alimentaria puede ser claramente una consecuencia de la pandemia del COVID-19, algo que lafaimexpliquee.org anticipó a inicios del 2020 (ver aquí y aquí en francés). Aunque la pandemia no fuera la única explicación a esta tendencia, sí constituye un acelerador del deterioro observado en el pasado reciente, donde la inseguridad alimentaria percibida aumentó continuamente durante el período 2014-2021.


Entre 2019 y 2020 más de 200 millones de personas adicionales sintieron la experiencia de una inseguridad alimentaria severa, mientras que unos 350 millones de personas adicionales se sintieron en situación de inseguridad alimentaria moderada, lo que es una extensión de la evolución negativa observada en los años precedentes. Quizá el caso más impactante sea el de la región de América Latina y el Caribe, donde el número de personas con inseguridad alimentaria severa se duplicó entre 2014 y 2021 (la Gráfica 1 ilustra esta evolución).


Gráfica 1: Evolución de la inseguridad alimentaria severa y moderada, por región



Fuente: preparado a partir de datos de la FAO.

Descargar la gráfica en formato jpg: Figura1_2022.jpg


Esta evolución puede estar igualmente ligada al rápido aumento de los precios alimentarios observados a partir de 2019 y justo antes del inicio de la pandemia COVID-19, lo que se puede explicar con la debilidad que ya afectaba a los sistemas alimentarios. Dadas las características de la pandemia, que circula más rápidamente entre los residentes de las grandes ciudades densamente pobladas (donde se concentra la población y el empleo es a menudo informal y precario), su impacto en la pobreza y en la inseguridad alimentaria, con frecuencia, se siente más en las zonas urbanas que en las rurales. Además, la pandemia pone de manifiesto las desigualdades, ya que las mujeres se ven más afectadas que los hombres (leer esto en inglés).


En 2022, la guerra rusa contra Ucrania, ha perturbado el mercado mundial de algunos productos alimentarios y creado una reacción casi de pánico, que resultó en una aceleración de la tendencia al alza de los productos alimentarios. Esto ya se notaba en 2019 y podrá resultar en serias dificultades alimentarias en países de conocida vulnerabilidad (leer aquí en francés, páginas 4-6 y aquí en inglés, páginas 5-6) y en la exacerbación de la inseguridad alimentaria en el mundo.


Estimación del número de personas que padecer subalimentación crónica


Hace ya varios decenios que las estadísticas de la subalimentación crónica1 son producidas por la FAO y desde 1999 son presentadas en su publicación insignia: el State of Food Insecurity in the World SOFI (ver el primer SOFI, de 1999).


En julio de 2022 el informe SOFI, enmarcado en el seguimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), presentó estimaciones que consideran que en el mundo existían a 2020 entre 702 y 828 millones de personas que sufrían subalimentación crónica, lo que equivale a 9 – 10% de la población mundial, que se estimaba a esa fecha en 7.98 mil millones de personas.2 Estas cifras, que antes se presentaban en forma de número, se facilitan ahora utilizando un tridente de posibles valores debido a las dificultades específicas que se han encontrado para realizar estas estimaciones, especialmente a raíz de la pandemia (Gráfica 2).


Alrededor del 55% de las personas subalimentadas vivían en Asia (425 millones) y más de un tercio en África (278 millones). Comparando con 2019, 50 millones de africanos adicionales padecían hambre en 2021, 85 millones más en Asia y más de 13 millones adicionales en América Latina y el Caribe.


Según estas estimaciones, entre 84 y 210 millones adicionales de personas sufrieron hambre en 2021, si lo comparamos con 2019. Esta tendencia concuerda con las estimaciones de la encuesta FIES.


El número total de personas subalimentadas en 2021 se acerca a los datos de 2006 (ver la Figura 1 y la tabla 3), lo que representa un retroceso de tres lustros en el combate al hambre y la subalimentación, a pesar de un compromiso general (en palabras) en favor de alcanzar los Objeticos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas y del lanzamiento de diversas iniciativas en búsqueda de erradicar el hambre en el planeta.


Gráfica 2: Numero y porcentaje de personas crónicamente subalimentadas

en el mundo (2005 – 2021)



Descargar la gráfica en formato jpg: Figura2_2022.jpg


Desde 2015 se puede observar que el número de personas subalimentadas ha aumentado en casi 90 millones en el África subsahariana, y unos 68 millones en Asia. Las cifras de la Tabla 3 muestran claramente que África es la región donde más se necesita actuar para invertir una tendencia preocupante que se aceleró durante la pandemia. Esto no es de extrañar teniendo en cuenta el tipo de políticas y estrategias agrícolas y alimentarias que se están aplicando en ese continente (leer aquí en inglés).


La seguridad alimentaria está degradándose rápidamente en América del Sur como efecto de la crisis venezolana, donde la prevalencia de la subalimentación ha pasado de 8.4% en 2004-2006 a 22.9% en 2019-2021.



Tabla 3: Estimación del número de personas subalimentadas en el mundo

(en millones)



Nota: El total no corresponde a la sumatoria. Los datos para 2020 son proyecciones o estimaciones.

Fuente: FAO

A los factores explicativos presentados por las Naciones Unidas (cambio climático y desaceleración económica, con guerra para las proyecciones) hay que añadir las medidas de política económica, sobre todo agrícola y alimentaria, adoptadas por los países —a menudo bajo la influencia de las organizaciones internacionales, sobre todo de las instituciones financieras, y de las grandes multinacionales— (ver el recuadro de abajo).


Estas políticas, así como las iniciativas impulsadas por donantes y el sector privado (como AGRA en inglés), marginan aún más a los agricultores pobres de África al apoyar únicamente a los grandes inversionistas privados. Esto se manifiesta a través de la penetración de las empresas transnacionales en los mercados de insumos agrícolas (semillas, fertilizantes, pesticidas) y la informatización desenfrenada de la agricultura (ver aquí en inglés). Como resultado, los pequeños agricultores se ven desposeídos de sus tierras — que van a manos de operadores privados— o excluidos de los programas de desarrollo agrícola (ver aquí en inglés). Las grandes empresas transnacionales están obteniendo beneficios desviando las subvenciones públicas hacia los insumos agrícolas (más aquí en inglés).


Es lamentable que, por el momento, no se haya producido entre los tomadores nacionales y regionales de decisiones una discusión seria sobre la validez de sus políticas si se confrontan con el objetivo de erradicar el hambre. La principal preocupación de estos actores sigue siendo el aumento de la producción, independiente de sus implicaciones sociales o medioambientales. Para ellos, no importa qué enfoque se utilice para producir más, siempre que la producción aumente. Esta idea está firmemente implantada en las mentes de los responsables de la toma de decisiones, a pesar de que las consecuencias de esta postura son más hambre, más migración y éxodo rural y mayor exclusión de una parte de la población rural.


Algunos datos complementarios sobre la subalimentación que provienen de mediciones directas


Los datos presentados a continuación son el resultado de mediciones antropométricas y de la ejecución de encuestas a personas:


  1. Hay en el mundo más de 149 millones de niños menores de 5 años (22% del total) que padecen un retardo de crecimiento (caracterizado por una talla inferior a la talla promedio para la edad) que generalmente viene acompañado con la pérdida permanente de ciertas capacidades cognitivas y de aprendizaje. Los efectos de la desnutrición crónica nunca se superan aunque esta desaparezca. Se había logrado una disminución de 14% entre 2012 y 2020, pero es muy probable que aumente como consecuencia de la crisis actual, y los efectos perdurarán durante muchos años;

  2. En el año 2020 45.5 millones de niños y niñas menores de cinco años, al nivel global, padecían de emaciación (un peso muy inferior a lo esperado según la talla). Cerca de la mitad de ellos habita en el sur de Asia y una cuarta parte en el África Subsahariana. Se confirma, sin sorpresa, que estos niños provienen de hogares pobres. Ya de por sí grave la situación, se prevé un aumento de casos;

  3. En África y Asia está más del 90% de la infancia con retraso de crecimiento y con emaciación;

  4. En 2019, 29.9% de todas las mujeres de entre 15 y 49 años (mujeres en edad reproductiva) estaban afectadas por anemia y las tasas más altas están en África y Asia, mientras que ese número llega a 14.8% en Norteamérica y en Europa;

  5. Las estimaciones más recientes para 2015 hablan de 20.5 millones de bebés padeciendo bajo peso al nacer. Es importante tomar conciencia de que un bajo peso al nacer implica un riesgo muy grande de mortalidad dentro de los 28 días que siguen al nacimiento. Los bebes que sobrevivan son más susceptibles de convertirse en víctimas de retardo de crecimiento y de un cociente intelectual reducido. Además, un poco más tarde, pueden tender a sobrepeso y obesidad, además de padecer enfermedades crónicas, entre ellas las enfermedades cardiovasculares y la diabetes infantil.


Datos y consideraciones sobre el sobrepeso y la obesidad:


  1. Al nivel mundial, la prevalencia de sobrepeso está en aumento en todas las regiones del mundo y en 2016 ya afectaban al 13.1% de la población. Esto constituye una tendencia en crecimiento y se ha acelerado gracias a la comercialización masiva y al mejoramiento del acceso a productos alimentarios industriales ultratransformados, que son a menudo ricos en energía, grasas (en particular la saturadas y las trans, ricas en ácidos grasos), en azúcares refinadas y en sal (todo ello es causal de obesidad y serios trastornos de salud). Esto viene además con estilos de vida con inadecuados niveles de actividad física. Las tasas más importantes se observan en Norteamérica, Asia Occidental, Australia y Nueva Zelanda, regiones con una prevalencia próxima o superior al 30%;

  2. El sobrepeso y la obesidad están en aumento en casi todos los países. Son responsables cada año de la muerte de 4 millones de personas alrededor del planeta.


Conclusiones


Las últimas cifras de seguridad alimentaria publicadas por las Naciones Unidas no auguran un buen futuro. Muestran claramente que la inseguridad alimentaria y el hambre siguen creciendo en todo el mundo y que son el resultado del efecto combinado de la mala gestión del sistema alimentario mundial, exacerbado por la pandemia de COVID-19. Es poco probable, dado el impacto de la guerra en Ucrania, que se invierta la tendencia negativa de los últimos cinco años.


El mundo no va por buen camino en la lucha contra la malnutrición, ni para hacer más sostenibles nuestros sistemas alimentarios, ni para combatir el cambio climático y sus efectos. Sólo un milagro podría permitir a la humanidad alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Sin embargo, a falta de ese milagro, un verdadero compromiso de los gobiernos podría corregir esta preocupante tendencia.


En lafaimexpliquee.org creemos que, a menos que las políticas de los países cambien en el sentido que hemos manifestado repetidamente en este sitio,3 sólo cabe esperar que a futuro el deterioro de la situación alimentaria mundial se extienda, con un enorme costo en vidas humanas y sufrimiento de las personas más vulnerables.


Algunos creen que la solución pasa por una combinación de políticas de crecimiento —aunque conduzcan a la exclusión y aumenten la desigualdad— y de medidas de protección social y educación. De hecho, cuando se aplica este enfoque, los planes de protección social suelen servir para camuflar las políticas económicas antisociales más violentas. En nuestra opinión, esto no es aceptable.


Aunque las medidas de protección social y de educación son indispensables y, cuando se diseñan adecuadamente, pueden contribuir a crear una mayor capacidad para que los pobres salgan por sí mismos de la pobreza, sólo pueden desempeñar su papel de forma eficaz si las políticas económicas generales y sectoriales (especialmente en el ámbito de la agricultura y la alimentación) se formulan para ofrecer a los pobres oportunidades para mejorar sus condiciones de vida mediante un trabajo remunerado con justicia. Sin embargo, la protección social por sí sola no es una solución sostenible para erradicar la malnutrición.





Materne Maetz

                                                         (Julio de 2022)


Este artículo ha sido traducido por Byron Ponce-Segura.


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  1. 1.Las personas que padecen inseguridad alimentaria crónica no son capaces de satisfacer sus requerimientos nutricionales mínimos durante un período largo de tiempo. Esta situación es fundamentalmente diferente de la de las personas que sufren de inseguridad alimentaria transitoria, la que puede presentarse dentro de un período de tiempo corto (FAO).

  2. 2.Esas cifras se estiman para cada país sobre la base de un cálculo que supone: (i) el consumo alimentario energético per cápita, deducido a partir de estadísticas sobre producción, el comercio y la población (hojas de balance alimentario), (ii) el coeficiente de variación de ese consumo, calculado a partir de los resultados de encuestas de consumo al nivel de hogar o generadas por un modelo estadístico, y (iii) los requerimientos energéticos promedio por persona según grupos de nivel de actividad y tomando en cuenta la estructura por sexo. Los detalles metodológicos pueden ser consultados en el anexo 1B del informe SOFI 2021.

  3. 3.Consultar: Policies for a transition towards more sustainable and climate friendly food systems  (2018), Climate is changing,… food and agriculture too (2021) y Seven principles for ending hunger sustainably (2013).


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Para conocer más sobre el tema:


  1. FAO, FIDA, OMS, PMA y UNICEF. 2022. Versión resumida de El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022. Adaptación de las políticas alimentarias y agrícolas para hacer las dietas saludables más asequibles. Roma, FAO.

  2. FAO, IFAD, UNICEF, WFP y WHO, The State of Food Security and Nutrition in the World 2022. Repurposing food and agricultural policies to make healthy diets more affordable. Rome, FAO (reporte completo en inglés).



Selección de artículos en hungerexplained.org que están ligados al tema:


  1. Ukraine war and food crisis: facts and debates, 2022 (en inglés).

  2. Opinions: Sanctions Now Weapons of Mass Starvation by Anis Chowdhury and Jomo Kwame Sundaram, 2022 (en inglés).

  3. COVID-19 and food crisis: the main operating mechanisms, 2020 (en inglés).


and all our articles under “World Hunger” category.


Del archivo sobre la situación mundial:


  1. Facts and figures on world food insecurity and malnutrition - The impact of the COVID-19 pandemic, 2021 (en inglés).

  2. Facts and figures on world food insecurity - An alarming deterioration, 2020 (en inglés).

  3. Las cifras y los hechos acerca de la malnutrición en el mundo, 2019.

  4. Facts and figures on world malnutrition, 2018 (en inglés).

  5. Facts and figures on world hunger 2017 (en inglés).

  6. Facts and figures on world hunger 2015 (en inglés).

  7. Facts and figures on world hunger 2014 (en inglés).

  8. Our comments on SOFI 2013, 2013 (en inglés).

  9. Facts and figures on world hunger 2013 (en inglés).

 

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Última actualización: Julio de 2022

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