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17 de marzo 2022


Deforestación, desórdenes climáticos y consumo

Los bosques juegan un papel central en el comportamiento del clima mundial. Su regresión gradual es una causa principal —y también una consecuencia— de los desórdenes climáticos. Las actividades humanas y la sed de consumir que es de sus principales motivantes son igualmente una motivante de la deforestación. Este artículo busca aportar al conocimiento de este tema vital.


La superficie forestal mundial está en disminución


Según el último reporte de evaluación de la situación de los recursos forestales mundiales de la FAO (leer aquí), la superficie cubierta de bosques1 es de 4.1 millardos de hectáreas (31.2% se la superficie terrestre total), comparada con los 4.2 millardos de 1990. Entre los años 1990 y 2020 esta superficie disminuyó en 4.2%, o sea 178 millones de hectáreas.


Fig. 1: Superficie cubierta de bosques como porcentaje de la superficie terrestre total (2020)



Fuente: FAO, 2021


Entre 1990 y 2020 la disminución neta de la superficie con cubierta forestal disminuyó un poco (Tabla 1)


Tabla 1: Tasa de variación anual de la superficie global cubierta por bosques, por decenio



Fuente: FAO, 2021


Esta evolución resulta del efecto combinado, por una parte, de la deforestación (antropogénica o debido a plagas y enfermedades de los árboles y a la evolución de los cambios climáticos) y por la otra de la reforestación (siembra deliberada de plantas y semillas) y de la expansión natural.


La superficie forestal ha disminuido en África subsahariana, en el sudeste asiático y en América Latina como resultado, principalmente, de la expansión de la agricultura (leer esta referencia). En África, la disminución neta de los bosques se aceleró después de 1990, mientras que se ralentizó en América Latina. Por el contrario, la superficie forestal neta aumentó entre 2010 y 2020 en Asia, Oceanía y Europa, principalmente debido a la reforestación y la expansión natural (leer esta referencia).


Estas estadísticas podrían hacer creer que la situación ha mejorado relativamente (o más exactamente se degrada menos ahora que en el pasado) si no se analiza más a fondo, pues esta percepción oculta un peligro de la mayor importancia.


En primer lugar, las selvas tropicales, que representan algo más de una cuarta parte de la superficie forestal mundial, se han reducido más rápidamente que las otras porque se han reducido un 17% (220 millones de hectáreas menos) entre 1990 y 2019. Otro 10% de los bosques tropicales húmedos restantes están degradados, hecho que a menudo viene a resultar un aviso de desaparición, como se muestra aquí.


El caso de la selva amazónica, en el párrafo siguiente, muestra que no hay ninguna razón para sentirse satisfecho con la lectura superficial de las estadísticas sobre el comportamiento de los bosques del mundo.


La selva amazónica: una bomba de tiempo


Un estudio reciente (Pérdida pronunciada de la resiliencia del bosque lluvioso de la Amazonía desde el año 2000) realizado por un equipo de investigadores alemanes y británicos aporta las pruebas de que las tres cuartas partes de la selva amazónica ha perdido su resiliencia2 desde el inicio del presente siglo. Esta disminución es más rápida en las regiones con pluviometría media pero debilitada como consecuencia del cambio climático, y en las zonas boscosas más próximas a los puntos de actividad humana. Los resultados del estudio citado se basan en una combinación de simulaciones y observaciones directas sobre las señales de pérdida de resiliencia.


La disminución de resiliencia es causada por el cambio climático en áreas de bosque porque a los árboles se les hace muy difícil adaptarse a condiciones de época seca más prolongada y de sequías más frecuentes. Esto está empujando a los bosques hacia un umbral crítico de muerte, con profundas implicaciones para la biodiversidad, el almacenamiento de carbono y los cambios climáticos al nivel mundial (ver este artículo previo).


Cabe recordar que durante las dos grandes sequías de 2005 y 2010, la selva amazónica se convirtió temporalmente en una fuente de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) debido a la mayor mortalidad de los árboles, aunque normalmente es uno de los principales sumideros de carbono del mundo. Este tipo de evento podría ocurrir con más frecuencia en el futuro, con graves consecuencias para el clima del planeta.





Numerosos estudios sugieren la existencia de un círculo vicioso donde la deforestación y la degradación de los bosques La degradación de los bosques conduce a una reducción de la humedad ambiental dentro del bosque (debido a la menor evapotranspiración vegetal), lo que a su vez tiene un efecto negativo en las precipitaciones, reduciendo así la viabilidad del bosque. Con el incremento de sequías, los incendios forestales locales podrían transformarse en mega fuegos  que producirían un exceso de emisiones de GEI al mismo tiempo que los fuegos causarían una disminución de la biomasa y de la humedad llevando, en consecuencia, a un aumento de la temperatura capaz de afectar el régimen de lluvias monzónicas en toda la subregión sudamericana.


Los investigadores han establecido que cuando su estado se vuelve inestable, el bosque responde más lentamente a las perturbaciones a corto plazo. Esto significa que, aunque los signos de degradación aparente del bosque (medidos por el nivel de agua y la presencia de biomasa) son limitados en la actualidad, no puede descartarse un debilitamiento importante del bosque en el futuro. En efecto, si éste se volviera incapaz de responder rápidamente a las perturbaciones (por ejemplo, una menor precipitación anual o una mayor actividad humana), entonces se desencadenaría una espiral descendente que se convertiría en un círculo vicioso a gran escala. Este proceso tendría entonces un impacto en el clima global.


En sus conclusiones los autores afirman que hay buenas razones para pensar que la reducción de la deforestación no protegerá directamente a las partes de la selva que son amenazadas, sino que también la resiliencia de la amazonia en una zona más extendida. Al fin del día, ayudaría a preservar el clima mundial.


Estas conclusiones positivas se desvanecen cuando se observan las políticas puestas en práctica por el gobierno dirigido por el negacionista del cambio climático Jair Bolsonaro, que apoya a las empresas extractoras de madera y a las agroindustriales que desean desarrollar la producción extensiva de soya y la ganadería en las actuales áreas de bosque natural.


Hay argumentos sólidos para pensar que lo que se ha estado observando en la Amazonía también aplica a los otros grandes bosques tropicales (por ejemplo, en África Central o en el sudeste asiático).


Los consumidores y las causas de la deforestación


Existe abundante literatura sobre las causas de la deforestación. En el caso de los bosques tropicales in rápida desaparición, la gran agricultura comercial (esencialmente la ganadería y el cultivo de la soya y de la palma aceitera) es generalmente señada como la principal culpable por ser responsable del 40 % de la deforestación en zonas tropicales durante el período del 2000 al 2010. La agricultura local de subsistencia viene a ser la segunda señalada por acreditársele el 33% de la deforestación.


La situación varía de un continente al otro: en América Latina, se estima que la gran agricultura comercial es responsable de dos tercios de la deforestación total, mientras que en África y en las partes tropicales de Asia la responsabilidad mayor recae en la agricultura de subsistencia (ver este documento en inglés).


Las prácticas adoptadas en forestería contribuyen igualmente al problema (ver más aquí). Como ya se dijo, el cambio climático juega un papel crucial en el proceso de reducción de la resiliencia de los bosques. Otras formas de presencia humana (minería, obras de infraestructura como presas y carreteras, urbanización, introducción de especies invasoras y tala excesiva de bosques) desempeñan un papel no menos importante.


Un estudio interesante resalta la presión que la agricultura pone sobre los bosques al consumismo al mostrarnos «una representación a pequeña escala de la distribución espacial de la deforestación asociada al comercio internacional» (consultar aquí).


Con una resolución espacial de 30 metros, los investigadores han analizado la deforestación durante el período 2001 – 2015 y lo han acreditado a las exportaciones. Ellos consiguieron demostrar que los países ricos (así como China y la India) que han logrado aumentar su superficie forestal, en realidad están generando deforestación en otras partes del mundo, especialmente en los países tropicales desde donde importan bienes. Este es un proceso similar al que ocurre en el caso de los GEI (leer este artículo).


En el caso de los países del G73, el estudio estima que la deforestación provocada por las importaciones es equivalente a 3.9 árboles por persona por año (ver Fig. 2). De hecho, nos muestra que en el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia y Japón, más del 90% de su huella de deforestación en el período estudiado se produce afuera de los mismos países y que la deforestación de bosques tropicales ajenos representa entre 46% y 57% del total (ver Fig. 2).


Figura 2: número medio anual -por habitante- de árboles perdidos a causa del consumo

(al interior o en el extranjero) en el período 2001 – 2015



Fuente: Hoang & Kanemoto, 2021


La Figura 3 muestra la distribución espacial de la huella de deforestación de tres países ricos, ilustrando su carácter mundial.


Figura 3: Huella de deforestación para Alemania, Japón y los Estados Unidos (2001 – 2015)



Fuente: Hoang & Kanemoto, 2021


La figura 4 analiza el «comercio de deforestación» de ocho países. Existe un marcado contraste entre los países ricos cuyo comercio internacional genera deforestación en el exterior, y aquellos, como Indonesia y Brasil, en los que esta es en gran medida una consecuencia de sus exportaciones. Es importante señalar que los bosques tropicales son los más perjudicados por este fenómeno.


Fig. 4: Importaciones y exportaciones de deforestación de seis «biomas» en diferentes países,

para 2015



Fuente: a partir de Hoang & Kanemoto, 2021

descargar el gráfico: Balance_esp.png



Conclusión


Los bosques parecen estar regresando en el mundo. Esto es particularmente cierto para los bosques tropicales que son singularmente importantes para la regulación del clima y la riqueza en biodiversidad.


Los elementos tomados del análisis de la selva amazónica sugieren que el cambio climático y la actividad humana son los principales factores responsables de la deforestación. De hecho, existe cierto efecto bola de nieve que asocian al cambio climático y a la deforestación: el cambio climático favorece la deforestación, y la deforestación, cuando se produce, tiende a amplificar el cambio climático en la medida en que ella es la causa de un aumento en la emisión de GEI.


Hay también una constatación de que el estudio de la evolución de la deforestación no es suficiente para evaluar lo que sucede en las zonas de bosques tropicales. Esto fortalece la necesidad de vigilar la capacidad de recuperación del bosque, ya que cuando esta disminuye, suele ser una señal de que este se está volviendo vulnerable. Desde este punto de vista, la selva amazónica (y probablemente la de África Central y el sudeste asiático) son bombas de tiempo climáticas si no se hace nada para protegerlas de la actividad humana.


Los consumidores tienen una gran responsabilidad y un papel a desempeñar en la lucha contra la deforestación y el cambio climático, porque los productos que consumen tienen un efecto (directo o indirecto) sobre los bosques y su supervivencia. Esto es particularmente cierto para los consumidores de los países ricos, porque el apetito por productos tropicales es una de las causas de deforestación en las zonas tropicales.


Es necesario proteger los bosques, porque la humanidad no podrá hacerles frente a los costos de no conservarlos. Sin embargo, la carga de su protección debe ser asumida por todos en función de sus posibilidades, incluidos los consumidores, que deben decidir lo que consumen teniendo en cuenta el impacto (social, económico y ambiental) generado. Por su parte, las poblaciones que vivan de los bosques no deben asumir más que la porción que les corresponda. Además, deben tener oportunidades para mejorar sus niveles de vida y de bienestar.


(Traducido por Byron Ponce-Segura)


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Para conocer más (en idioma original):


  1. -Boulton, C.A., Lenton, T.M. & Boers, N., Pronounced loss of Amazon rainforest resilience since the early 2000s, Nature Climate Change 12, 271–278 2022 (en inglés).

  2. -Hoang, N.T., Kanemoto, K. Mapping the deforestation footprint of nations reveals growing threat to tropical forests. Nat Ecol Evol 5, 845–853 2021 (en inglés).

  3. -FAO, Evaluación de los recursos forestales mundiales 2020 - Informe principal, 2021.



Selección de algunos artículos relacionados con el tema publicados en inglés por hungerexplained.org:


  1. Protecting biodiversity: beautiful pictures concealing a reality made of violence and ineffectiveness, 2022.

  2. COVID-19: Is agriculture the main culprit? 2021.

  3. The reduction of world forests erodes their ability to store carbon and conserve biodiversity, 2020.

  4. What causes massive forest fires : greed or poverty? 2019.

  5. Côte d’Ivoire decides to work with chocolate majors for a more sustainable management of tropical forests: should we be concerned? 2019.

  6. Forests: rural communities caught between markets and the objective of conserving the planet, 2013.

 

Última actualización: mayo de 2022

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